sábado, 11 de diciembre de 2010

.Filosofía de la obesidad.


Reflexion filosofica sobre la obesidad .1

Reflexión filosófica sobre la obesidad

Nerkis Angulo. Pediatra Puericultor, Profesor Agregado de Anatomía Humana, Universidad de Carabobo (UC). Unidad de Investigación en Gastroenterología y Nutrición Pediátrica de la CHET, UC. Estudiante del Doctorado en Ciencias Medicas, Universidad de Carabobo.

Isabela Quevedo. Estudiante de sexto año Medicina. Facultad Ciencias de la Salud. Universidad de Carabobo.

Jesús Stampone. Estudiante de sexto año Medicina. Facultad Ciencias de la Salud. Universidad de Carabobo.

Resumen

El estudio de la obesidad aboga por una antropología abierta, que al amparo de una teoría transdisciplinaria, ofrezca un conocimiento integral del ser humano. En el pensamiento antropológico de la Grecia antigua, la salud era estar en armonía con la naturaleza. Los filósofos consideraban a la obesidad como un estado de inestabilidad del ser humano e Hipócrates enseñaba que la causa de las enfermedades tenía su raíz en las actitudes humanas. Al estudiar la obesidad filosóficamente, no solo se puede juzgar la alimentación como causa fundamental, sino hay que situarse en niveles ambientales y universales, para emplear procedimientos racionales basados en leyes del entendimiento y visualizar la obesidad como una totalidad y alteridad. Actualmente se afronta a la obesidad no solo, como una cuestión biológica, sino también filosófica, que tiene sus raíces en un fenómeno complejo, que valora la obesidad no solo en el discernimiento socio-económico-religioso, sino en la diversidad del conocimiento.

Palabras clave: obesidad, antropología, filosofía.

Philosophical reflection on obesity

Summary


The study of obesity calls for an anthropology open, under a transdisciplinary theory, provide a comprehensive understanding of human beings. In the anthropological thought from ancient Greece, health was to be in harmony with nature. The philosophers regarded obesity as a state of instability of the human and Hippocrates taught that the cause of disease was rooted in human attitudes. Philosophically to study obesity, not only can judge the food as a fundamental cause, but must be at ambient levels and universal, to use laws based on rational procedures and display an understanding of obesity as a whole, and otherness. Currently facing with obesity not only as a matter of biology, but also philosophical, which has its roots in a complex phenomenon that values not only in obesity socio-economic discrimination and religious, but in the diversity of knowledge.

Key words: obesity, anthropology, philosophy

Introducción

El aumento de la disponibilidad de alimentos, relativamente asequibles, pero insanos para un sector de la población mundial, la tendencia al sedentarismo, a la búsqueda de tecnologías para la realización de las tareas cotidianas y laborales con un menor consumo de calorías, van paralelas a modificaciones del estilo de vida tradicional, con una grave consecuencia para la salud, que es la obesidad. En esta discordancia hay una clara expresión de la unidad y lucha de contrarios, una de las leyes fundamentales de la dialéctica, que ha puesto al descubierto esta evidente contradicción del desarrollo. La unidad y lucha de contrarios es una de las leyes que rigen el desarrollo de los procesos y fenómenos naturales, sociales y cognoscitivos; que es uno de los logros más importantes del ser humano, para dar una respuesta científica al medio natural y social en que se desarrolla su existencia.

Reducir la obesidad mediante una definición única es difícil, por las múltiples concepciones existentes, según la disciplina desde la que se afronte su análisis. La disparidad existente al respecto entre diferentes sociedades o culturas y entre diferentes agentes relacionados, implica la necesidad del reconocimiento desde varias perspectivas de estudio, que se complementan con una dinámica intrínseca sustentada en rasgos particulares que afectan la estructuración de la identidad del niño obeso. Los agentes están dados por el niño obeso, su médico y por la sociedad dentro de la cual se desarrolla la relación entre los anteriores (1).

La antropología actual reivindica la autenticidad de la razón, retornando al hombre en su multiplicidad de aspectos. Descubre que el ser humano es una entidad individual intransferible que cuenta con una historia personal y no un elemento seriado de un todo genérico. Significa que el ser humano, se encuadra en un marco relacional que denuncia una serie de vertientes constitutivas, a través de las cuales hay que abordarlo, para captar su esencia, su naturaleza y su relación con el ser. Estudiar la obesidad en los niños, aboga por una antropología abierta, que al amparo de una teoría transdisciplinaria, sea capaz de ofrecer un conocimiento integral del ser humano.

Aspecto histórico

En la edad antigua Hipócrates, la gran figura de la medicina griega, fue el primero en asociar la obesidad con la muerte súbita (2). Consideraba a la salud, como un estado de balance adecuado entre los humores y la enfermedad un estado de desequilibrio (3). El gran filósofo Platón, proclamó que la dieta equilibrada era la que contenía todos los nutrientes en cantidades moderadas y que la obesidad se asociaba con la disminución de la esperanza de vida (4).

En el pensamiento antropológico de la Grecia antigua, el hombre era un ser instalado en el mundo, al que conocía perfectamente, pero sin alcanzar su puesto privilegiado en el universo. Ya estos filósofos, consideraron la obesidad como un estado de inestabilidad del ser humano. Tanto San Agustín en el siglo V, como Gregorio I en el siglo VII, incorporaron la glotonería como uno de los siete pecados capitales (4), considerado al hombre como una obra directa de dios, que une un alma espiritual a un cuerpo material.

Durante la edad media la medicina árabe alcanzó un gran prestigio y Avicenna (siglos X-XI), percibía al cuerpo como el edificio del alma, por lo tanto había que cuidar del cuerpo y así cuidar de dios, porque dios estaba en el alma (4).

En la Edad Moderna, a fines del siglo XV (5), la glotonería ya se relacionaba con la obesidad y para finales del siglo XVIII, Rigby, afirmó que la principal causa de la obesidad, era un exceso de ingesta en relación a las necesidades del organismo (6).

En el siglo XX se, admitió la multifactorialidad de la obesidad (7). Finalizada la II Guerra Mundial, Estados Unidos afianza su liderazgo en la investigación sobre la obesidad, al iniciar estudios experimentales y metabólicos para comprender los mecanismos de la acumulación adiposa. En 1988, Reaven y col. (8), observaron que varios factores de riesgo (dislipidemia, hipertensión e hiperglicemia), tendían a estar junto. A este conjunto de factores lo denominaron síndrome X, y se reconoció como factor de riesgo para enfermedad cardiovascular.

Visión antropológica de la obesidad.

La obesidad, es el producto de complejas interacciones multifactoriales genético, ambientales, que no son de difícil identificación, pero si de complejo abordaje. La obesidad puede generar múltiples enfermedades, que forman parte de un sistema, no están aisladas, sino interconectadas. Presentando la causa (obesidad) y los efectos (enfermedades crónicas), relaciones complicadas. Estas enfermedades pueden o no desarrollarse (incertidumbre), independientemente o interconectadas unas de otras. Todo dependerá (principio de dependencia y autonomía), del entorno (dieta, hábitos alimentarios, actividad física) y la herencia, que intervienen en la estabilidad o inestabilidad del organismo y en donde los factores sociales desempeñan un papel de determinación, pero no agotan ni sustituyen a los procesos psíquicos o biológicos (9).

Desde la edad antigua, la salud era considerada como estar en armonía con la naturaleza, en tanto que la enfermedad estar en contraste con la naturaleza. Hipócrates enseñó que la causa de todas las enfermedades del cuerpo tiene su raíz en las actitudes humanas y que se podía mantener la salud, adoptando un estilo de vida moderado (10).


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Actualmente se sigue manteniendo este criterio Hipocrático de la salud, entendiéndose a la enfermedad como una entidad opuesta a la salud, es una relación dialéctica, que se concibe como una unidad y lucha de contrarios, cuyo efecto negativo es consecuencia de una alteración o desarmonización de un sistema a cualquier nivel (molecular, corporal, mental, emocional, espiritual, etc.), del estado fisiológico y/o morfológico considerados como normales, equilibrados o armónicos (homeostasis).

Desde la antig&uumledad hasta finales de la edad media, se pensó que el cuerpo estaba constituido por cuatro elementos fundamentales: agua, tierra, aire y fuego. La proporción de cada uno daba lugar a los humores y su desequilibrio era una de las causas del mal humor. Para Sócrates el cuerpo era algo secundario y para Platón alma y cuerpo eran dos realidades contrarias cuya unión era violenta.

La filosofía aristotélico-tomista destaca el carácter relacional entre cuerpo y alma. Aristóteles señaló que constituyen una sola estructura y Santo Tomás pensaba que es una unión sustancial de dos realidades incompletas. En los siglos XVII y XVIII, con la influencia de Descartes, se despreció la visión unitaria y sustancial del hombre. Alma y cuerpo son dos sustancias completas y autosuficientes, unidas accidentalmente. De aquí surgen distintas teorías como el idealismo o el empirismo (11).
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Desde la visión antropológica, lo propio de la naturaleza humana no es la ruptura ni la destrucción, sino una articulación armónica de sus instancias operativas: la normalidad psicobiológica. Para lograrla, es evidente la necesidad de alimentarse, que además supone una obligación y un placer. Cuando las leyes biológicas no se cumplen, lo que hay es una enfermedad. La alimentación no lo es todo, ni es el único ángulo desde donde puede planearse una persona. Las dimensiones biológicas, por importantes que sean, no agotan el contenido del corazón ni del pensamiento; deben garantizar la supervivencia y facilitar el cumplimiento de los deseos humanos. Corresponde a la reflexión filosófica, y no a la observación científica, enunciar lo que el ser humano necesita para realizar su esencia de acuerdo a sus exigencias fundamentales.

Basándonos en los paradigmas explicativos de las ciencias sociales, se encuentra a Herbert Blumer, quien plantea que las conductas de los individuos están sujetas al significado que tengan las cosas, lo que signifiquen las cosas para el sujeto dependen de su interacción social con otros actores del entorno y además que los significados dependen del empirismo propio del sujeto (Interaccionismo simbólico) (12).

Al relacionar esta hipótesis con el postulado de Blumer, se infiere que los malos hábitos alimenticios son una de las causas fundamentales por la cual se produce la obesidad infantil, ya que no se tiene interiorizada una adecuada educación nutricional, debido a los distintos factores que nos proporciona el medio en que estamos insertos.

Los seres humanos actúan hacia los objetos en base a los significados que estos tienen para ellos. El significado que se atribuye a las cosas, surge de la interacción social que se tiene con sus congéneres, y los significados son manipulados y modificados a través del proceso de interpretación utilizado por la persona, al relacionarse con las cosas que encuentra en el mundo que le rodea. Desde la infancia, se tiene grabado aquellos momentos en que se recibe alimentación. Pero no siempre existe el conocimiento de lo que realmente significa una alimentación sana o adecuada para cada etapa de la vida. Errores que se cometen en cada estrato social, ya sea por falta de recursos o por el contrario exceso de recursos que permite optar por lo más rápido o fácil sin importar costos. Los inicios en la alimentación generalmente marcan su patrón por muchos años y para algunos para siempre (13).

La cultura incluye valores de todo tipo, desde la alimentación, los medios de producción, el manejo de su economía, hasta elementos ideológicos como la estética del cuerpo. Las conductas derivadas de la cultura y las creencias se adquieren en la infancia y raramente son cuestionadas en la adultez, considerándole como un conocimiento obvio que trasciende a la descendencia. Cada grupo cultural transmite de generación en generación pautas de alimentación, mediante la educación a los hijos y esto pudiera explicar en parte, las formas de comer adecuadas o erradas de una comunidad. Además el concepto cultural sólo reconoce como causa de obesidad, a los factores ambientales o a la herencia, con la creencia de que se es gordo, no por la alimentación que consume, sino porque la familia es gorda.

El concepto cultural de obesidad difiere del biológico y evolutivo. Según Brown existen 3 niveles en el sistema de la cultura; la economía productiva, la organización social y el sistema de creencias (14). La definición social de obesidad encuadra dentro de las creencias, dependiendo del ojo del observador, como fenómeno subjetivo relacionado con los ideales de belleza, posición social y económica, comportamiento social, demostración de fuerza y perseverancia, etc. La propuesta médica de considerar obesidad riesgosa a la que se produce a expensas de la grasa abdominal, dándole menos importancia a la grasa periférica, poco modifica por el momento la definición cultural e individual de obesidad (15).

Los criterios sociales, culturales y religiosos que se utilizan para determinar qué es y qué no es una enfermedad, son complejos y están sujetos a diversos cambios en la historia. La religión no ha estado al margen de actitudes discriminatorias hacia la obesidad, para el budismo y el cristianismo la obesidad es estigmatizante; para el primero representa un castigo por pecados morales cometidos en vidas anteriores, para el cristianismo sería una consecuencia de transgresiones contra la voluntad divina (16).

Las consecuencias negativas de la imagen obesa son tan impactantes que puede llegar a constituirse en el centro de su sistema de valores, del cual se excluyen otras cualidades como la inteligencia o la simpatía (17).

Para la medicina racionalista, es necesario el conocimiento de las causas ocultas que envuelven las enfermedades para saber cómo curarlas. A veces las enfermedades consecuencia de la obesidad, no se dan como de costumbre y lo que a una persona lo afecta, no daña a otra, o los afecta pero en otro momento. Pueden permanecer ocultas ciertas condiciones en el cuerpo, las cuales no existen en otro, o bien no existieron en otro momento, y que no han sido por sí mismas tan grandes como para suscitar una enfermedad, pero pueden hacer al cuerpo más propenso a otras afecciones. Nada sucede por una sola causa, sino que se toma por causa lo que parece haber contribuido principalmente. Una causa que actúa sola puede no perturbar, pero si se añade alguna otra circunstancia, puede perturbar muchísimo.
Esto sucede con la obesidad, porque es una enfermedad compleja, cambia según la intencionalidad y según el estilo de vida. El estilo de vida, tiene un papel determinante sobre la influencia en el sistema de relaciones socioeconómicas y culturales del hombre en la sociedad, y sobre el proceso salud-enfermedad (18).

Conclusiones

El hombre es indisolublemente esencia y existencia, naturaleza y biografía, cuyo conocimiento conjunto es difícil y complicado de modo que la antropología filosófica nos ayuda a formular con que criterios filosóficos hay que interpretar los datos científicos. En opinión de E. Coreth, el dato empírico solo tiene sentido antropológico por el hecho de que conocemos de antemano el significado del hombre (19). Hay que tener un criterio filosófico para interpretar correctamente el dato fenoménico, porque la ciencia relaciona correctamente un dato con otro, mostrando al hombre como un ser más de la naturaleza, es decir como el conjunto de sus determinaciones biológicas, psicológicas y sociales. La filosofía, en cambio asume estas realidades, pero se fija en el proyecto humano, en la trascendencia que presenta dicho proyecto, esto es en la relación que el hombre guarda con el ser.

Al estudiar la obesidad, desde el punto de vista filosófico, se evidencia que no solo se puede juzgar la alimentación como causa fundamental, sino que hay que situarse en niveles ambientales y áreas universales, para emplear procedimientos racionales basados en leyes del entendimiento y estudiar la obesidad como una totalidad y alteridad. El niño obeso no vive en un mundo de simples acontecimientos, sino que se enfrenta a sus vivencias (místicas, religiosas, artísticas, lingüísticas), en tal forma que no puede ver o conocer nada sino a través de la interposición de este medio artificial.

De acuerdo al análisis cartesiano reduccionista, la obesidad, que es una enfermedad por exceso, debería afectar solo a individuos pertenecientes a clases sociales con dinero para afrontar tales excesos. La realidad es diferente y demuestra que las clases pobres sufren de obesidad más que las clases acomodadas (20)

Por lo general, debido al alto impacto de los determinantes ambientales sobre la predisposición genética, una vez que se ha instalado el exceso de grasa, no existe tendencia a su pérdida sino más bien a su mantenimiento e incremento.


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Por otra parte, el valor social atribuido a la alimentación, a la salud y a la belleza física ha aumentado a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Es evidente que aunque los factores genéticos permitan explicar causas de obesidad, la mayoría de ellas hay que buscarla en otros factores. Los factores ambientales que están produciendo cambios en el estilo de vida, desempeñan un rol esencial, creando el llamado entorno obesogénico, caracterizado por la abundancia de alimentos y el sedentarismo.

Se habla de una transición nutricional (21), en la cual la dieta tradicional se ha sustituido por otra con mayor densidad energética. A esto se añade el ritmo de vida acelerado, al que están sometidas las familias, restándoles el tiempo para preparar comidas saludables en casa. Esta transición nutricional aparece simultáneamente con la transformación de las ciudades y la invasión tecnológica, en el cual los nuevos patrones de trabajo, transporte, inseguridad y recreación hacen que en las sociedades occidentales, se lleve una vida más sedentaria, con una forma de comunicación alrededor de la comida. La cual también es vista como símbolo de prosperidad y prestigio.

La obesidad supone un incremento del riesgo de morbi-mortalidad, es una obligación profesional y ética del médico, poseer los conocimientos actualizados para disminuir esta morbimortalidad. Para actuar sobre el modo de vida de la población hay que comenzar por incidir en sus determinantes económicos, jurídicos y morales, apoyados en las instituciones y en los diferentes grupos de la sociedad (13). Al trabajar con los estilos de vida de los individuos, hay que propiciar conductas útiles, con sentido de necesidad propia, pues de lo contrario, aunque llegue a iniciarlas, las abandonan o lo hace como algo impuesto, que no le provoca placer ni satisface sus intereses (21).

Hoy nos enfrentamos a la obesidad como una cuestión biológica y filosófica, que parece tener sus raíces en un fenómeno complejo, que arranca de unas nuevas circunstancias, desencadenadas por factores sociales, económicos y culturales. Qué el aumento de la disponibilidad de alimentos traiga aparejado, paradójicamente, un empeoramiento de la salud, es una manifestación del principio general de la contradictoriedad de todo lo existente, fuente y móvil del desarrollo.

Partiendo del concepto de Engels, de que el hombre no vive solamente en la naturaleza, sino que vive también en la sociedad humana (22), se hace imperativo entender el significado del concepto de obesidad según la cultura y educación, para desarrollar estrategias de prevención e intervención culturalmente apropiadas. La obesidad puede ser considerada como sistema de creencia cultural, con los que, en mayor o menor grado, se identifica la gente de las respectivas culturas.

Hay que librarse de un mundo globalizado, que intenta alimentar a todos de la misma forma. Descartes propone construir sobre bases nuevas, bases propias, derribando todas las ideas aprendidas para sustituirlas con otras, si la razón la rechaza o reafirmarlas si la acepta. Por este medio se obtienen mejores resultados que construyendo sobre bases viejas, pero siempre reflexionando antes de desechar las enseñanzas antiguas. (11).

No hay elemento humano, en tratar la obesidad al buscar las causas y tratarla con medicamentos y dieta, hay que ver la realidad en que vive el sujeto, debido a que si desde la infancia recibe hábitos alimentarios inadecuados, porque sus padres tienen una concepción dogmática de la alimentación, o una racionalista, en que todo tiene causa y efecto, o empirista en la que el niño debe comer de acuerdo a la experiencia a la tradición de padres y abuelos, se crea una confusión en la alimentación, porque hay una relación de dominio sujeto-objeto. Debe existir es una relación sujeto-sujeto-objeto, para que el niño participe, transformando la realidad y lograr una eudoarmonia.

Hay que conocer y valorar la obesidad en la complejidad, no en el reduccionismo, en el que solo vale el conocimiento socio-económico-religioso, la complejidad recupera la diversidad del conocimiento. Pero como el conocimiento cambia según las culturas de los pueblos, hay también que conocer la interculturalidad, es decir como valoran su cultura y su naturaleza.

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