Vacunas de Cuba y Brasil salvan miles
de vidas en África, pero los medios solo hablan de las de Bill Gates
José Manzaneda, coordinador de
Cubainformación.- La “cooperación triangular Sur-Sur-Sur” consiste en que
entidades de dos países del llamado Tercer Mundo se unen para ayudar a un
sector de población necesitada de un tercer país también del Sur. Un ejemplo de
ello es el apoyo para la vacunación contra la meningitis de millones de
personas en varios países de África que, desde hace años, llevan a cabo Cuba y
Brasil .
Esta iniciativa de Cuba y Brasil,
aunque sin duda sorprendente –y relevante, por tanto, desde el punto de vista
informativo- ha sido ignorada por la gran prensa de los países ricos, a
excepción de algunas revistas especializadas.
Y es que las grandes compañías
farmacéuticas de estos países ricos, que a su vez son importantes clientes
publicitarios de dichos medios, salen bastante mal paradas de esta historia.
Veamos por qué.
A mediados del año 2006, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó un SOS internacional: necesitaba
la producción masiva, al precio más bajo posible, de la vacuna polisacárida
contra la meningitis A y C, con destino a 23 países del llamado “cinturón de la
meningitis” de África, que se extiende desde el oeste de Senegal hasta el este
de Etiopía, y donde viven 430 millones de personas.
Sólo una empresa transnacional (la
“Sanofi Pasteur”) fabricaba estas vacunas pero, debido a su baja rentabilidad
económica, había reducido drásticamente sus volúmenes de producción, algo que
ponía a África al borde de la emergencia sanitaria.
La OMS pidió entonces a laboratorios
públicos y privados de todo el mundo que dieran un paso al frente y encontrasen
la manera de fabricar millones de vacunas baratas. Ninguna multinacional
respondió, pero sí lo hicieron dos laboratorios públicos, curiosamente de
sendas naciones del Tercer Mundo. El Instituto Finlay de Cuba y el Instituto
Bio-Manguinhos de Brasil se asociaron para la creación de la vacuna vax-MEN-AC,
específica para los tipos de meningitis que afectan a la región africana . A
partir de entonces, en Cuba se produce el principio activo, y en Brasil se
desarrolla el resto del proceso industrial, incluyendo la liofilización y el
envasado. El precio final de cada dosis se redujo casi 20 veces: de los cerca
de 20 dólares de la vacuna comercializada por la citada multinacional a menos
de 95 centavos .
Esta alianza entre Brasil y Cuba ha
permitido fabricar desde entonces 19 millones de vacunas para África, que son
adquiridas y distribuidas por entidades como la propia OMS, UNICEF, Médicos Sin
Fronteras o la Cruz Roja Internacional.
En un artículo reciente, publicado por
la prestigiosa revista científica norteamericana Science, Halla
Thorsteinsdóttir, investigadora de la Universidad de Toronto (Canadá),
ensalzaba este gran ejemplo de “cooperación sur-sur” y proponía fomentarlo en
todo el mundo .
Recordemos que los gobiernos de Brasil
y Cuba han seguido colaborando en otros proyectos sanitarios de cooperación
triangular Sur-Sur-Sur. Por ejemplo, ambos países apoyan, desde hace varios
años, a la reconstrucción del Sistema de Salud Pública de Haití .
Pero –a pesar de su relevancia
informativa innegable- este tipo de iniciativas de cooperación a gran escala no
merecen ni el más pequeño espacio en los grandes medios internacionales,
ubicados en el Primer Mundo. Algo que contrasta con la cobertura periódica de
las acciones sanitarias en África que son financiadas –por ejemplo- por la
fundación del multimillonario Bill Gates ; o de proyectos de mínimo impacto,
sostenidos por empresas privadas , algunas del propio ramo farmacéutico, a
partir de sus presupuestos de marketing social corporativo .
La razón del silencio mediático acerca
de iniciativas como las de Cuba y Brasil, es que éstas contradicen de raíz
conceptos convertidos en verdad incuestionable por la línea editorial de los
grandes medios.
Uno, que la única forma posible de
cooperación internacional es la llamada “cooperación Norte-Sur”, es decir, la
entrega de recursos desde los Países del Primer Mundo a los del Tercero.
Esquemas de cooperación Sur-Sur como éste, sin embargo, así como los programas
educativos, sanitarios, alimentarios o culturales de Cuba en decenas de países
pobres, desmontan absolutamente este concepto .
Una segunda idea es que el mercado y la empresa privada
–en este caso, las multinacionales farmacéuticas- ofrecen soluciones más
eficientes a las necesidades de la población que las iniciativas públicas. La
cooperación cubano-brasileña en África demuestra justo lo contrario: millones
de seres humanos desatendidos por el mercado -que solo actúa por rentabilidad-,
consiguen solución a una necesidad vital a partir de la voluntad política de
dos gobiernos, ambos –curiosamente- con orientación de izquierda.
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